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Citando el primer verso del poema “Instantes” de Jorge Luis Borges ó Nadine Stair: “Si pudiera vivir nuevamente mi vida…” ¿Quién no ha pensado en ello alguna vez? En mi caso habría unos cuantos cambios: algunas cosas que no haría y muchas otras cosas que sí haría.

Viviría con más valentía los puntos de inflexión de mi trayectoria, y sería más comprensivo con personas y situaciones a los que no di en su momento la importancia que realmente tenían. Ahora lo veo más claro, pero no puedo dar marcha atrás, perdón a quien corresponda… sólo puedo ofrecerles este reconocimiento, tardío pero sincero, sentido, maduro…

Y es que no hay momentos triviales en nuestra vida, sino con más o menos intensidad, pero todos ellos igualmente importantes. Si pudiera vivir nuevamente mi vida, intentaría ser más consciente de que me alimento de todos los momentos, de los más cotidianos y de los más novedosos; y es que se habla mucho de “la importancia de los pequeños detalles”, pero es que es cierto, o siento ahora que así es… aunque sea un topicazo.

A menudo le damos importancia y prioridad a las personas y cosas equivocadas, anteponiéndolas a los verdaderos merecedores de nuestro tiempo, de nuestra dedicación, con excusas baratas como el trabajo, el dinero, nuestros proyectos, nuestros compromisos, nuestra carrera…

Con todo esto, intentaría que mis proyectos fueran siempre aliento y nunca esclavitud… pero esto es fruto del camino recorrido, de la experiencia… ese doctorado que nos proporciona desengaños y que, cada vez más, nos maldice como a Casandra, otorgándonos el don de conocer el futuro, y que sólo funciona cada vez que somos pesimistas.

En definitiva, cambiaríamos cosas… ¿pero serían las mismas cosas si esta cuestión la abordásemos dentro de 10 años? Seguramente no, porque estamos día a día en “aprendizaje permanente”.

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