T E S E R A C T O

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No existe la visión tetradimensional: consiste en el movimiento de un cubo en cada instante, y a su vez, todos los instantes juntos. Ese hipercubo se llama «teseracto».

El tiempo, ese factor que lo afecta todo: la mecánica clásica, relativista y cuántica. Esa dimensión a considerar, y que tanto nos inspira y condiciona a la vez.

¿Viajar por el tiempo? No es posible, si lo que pretendemos es aparecer físicamente en otra época. Pero ya es posible viajar con nuestra observación al pasado. Diariamente y de manera casi inconsciente observamos el pasado, en diferido, retransmitiéndose ahora mismo; consiste en las estrellas, e incluso la luz del sol. Pero con radiotelescopios ya hemos superado la frontera de los 13.000 millones de años luz en alcance; ya muy próximos al Big Bang (13.800 M años luz); ya estamos viendo las primeras consecuencias de aquella explosión del todo. Como si lo viésemos en tiempo real, aunque realmente se trata de una «reposición».

En cualquier caso el tiempo siempre nos resulta insuficiente. Sobre ello hizo una magnífica disertación monologuista ante la cámara Woody Allen en «Annie Hall», exponiendo que ve la vida llena de soledad, tristeza, sufrimiento e infelicidad; y que, a la vez, pasa demasiado deprisa.

Por tanto, la vida también podría asimilarse a un videojuego con una cuenta atrás, en la que sacas más puntuación cuantas más cosas hagas con el tiempo disponible. Es precisamente esa adversidad de la cuenta atrás la que hace más apasionante la vida.

¿Qué soy yo? la suma de todas mis experiencias, de todos mis momentos… como un teseracto.

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