SMART CREATIVITY

Hasta hace poco la mayoría de los retos eran tecnológicos, necesitábamos avanzar para atender las necesidades de una creatividad incesante… Últimamente la situación se está invirtiendo, tenemos mucha tecnología y estamos empezando a carecer de ideas para hacer uso de ella.

Actualmente hay más preocupación por proteger los datos que en qué hacer con ellos. Corre como la pólvora una frase en todos los foros de Big Data: «los datos son el petróleo del siglo XXI»; pero lejos de ser un hecho, es un pronóstico que hace dos años parecía más acertado que hoy… Estamos recabando muchos datos, pero no estamos consiguiendo devolvérselos a la sociedad integrados en servicios urbanos útiles, y es debido a una crisis de ideas, una desaceleración de la creatividad en relación a la velocidad de crucero de la tecnología, que nos permite hacer muchas cosas pero con la que ya no sabemos qué hacer.

Una vez más en la Historia dependemos de la imaginación humana para desbloquear nuestro desarrollo.

Quizás nos estamos perdiendo en algo, que aunque es muy importante y absolutamente necesario, como proteger los datos, le estamos dando vueltas y más vueltas porque hemos perdido el rumbo… Debíamos habernos preguntado por ciertas cuestiones hace unos años, y sobre todo garantizar el anonimato del conjunto de datos, si bien es cierto que nuestro CV es accesible en LinkedIN, presumimos de nuestro ocio y logros en Facebook, y lanzamos criticas y mensajes en botellas vía Twitter, de donde todo el mundo puede obtener bastante información sobre nosotros.

Nos volvemos a encontrar una explosión de nuevos dispositivos físicos, que ponen de manifiesto un relativo fracaso del software frente al hardware, de los datos frente a las infraestructuras… dando como consecuencia un paso más del «Internet de las cosas» hacia «las cosas de internet».

Con todo esto resulta imprescindible intensificar la comunicación con los ciudadanos, para que comprendan el potencial de las estrategias «smart», y será de esa comunicación de donde surjan las ideas necesarias para salir de este «stand-by creativo».

También las administraciones locales aparte de su voluntad deberían poner a prueba en pequeños barrios nuevas estrategias (pequeñas incursiones), para después escalarlas a toda la ciudad. La coordinación entre distintas ciudades para que cada una de ellas «ensaye» técnicas diferentes haría más rápido el desarrollo.

Las grandes multinacionales necesitan partners locales para entender el contexto y gobierno locales; y esto ayudará también al estímulo de nuevas ideas.

Surge también la necesidad de tratar la relación de los ayuntamientos con los ciudadanos como un CRM, es decir tratarlos como clientes y constituir una iniciativa de mejora de la relación con los clientes, de cuyas sugerencias extraer más creatividad.

Así mismo, seria muy conveniente la creación de la figura de responsables tecnológicos (CTO) en los ayuntamientos para tratar los temas transversales tecnológicos que afectan a las ciudades; así habrá una mayor conexión de tecnólogos con la realidad y las necesidades de los ciudadanos.

Queda de manifiesto que debemos comprender la tecnología, entender la vida ciudadana en comunidad, y tener claro que la imaginación es algo que podemos y necesitamos desarrollar.

 

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