La vida siempre ha consistido en una toma continua de decisiones… fútbol o baloncesto?… bachillerato o formación profesional?… periodismo o ingeniería?… carne o pescado?… derechas o izquierdas?… Madrid o Extremadura?… dinero o realización personal?… familia o falsos amigos?… amor o sexo?… dormir o soñar?

En la toma de decisiones nos hemos guiado, bien o mal, por las prioridades que en ese momento preciso teníamos o creíamos tener.

Lo he comentado hace nada con alguien… «todo es cuestión de prioridades»… ¿Qué elegirías, coche diésel o eléctrico? con el primero das prioridad a tus sensaciones y a tu tiempo… con el segundo permites que tus hijos tengan un futuro con un planeta mejor porque ayudas a conservar el medio ambiente, por ejemplo… Parece que a corto plazo la primera opción podría ser la acertada, pero si la cuestión se plantease con una subida bestial de los precios del petróleo, quizás las prioridades cambiarían…

A pesar del marco que rodea a la toma de decisiones, nuestra manera de abordarla nos define, y cuando todas las opciones caben en la mesa y nos inclinamos por una de ellas estamos demostrando que para nosotros es prioritaria sobre las demás.

No nos engañemos, cuando elegimos algo material sobre el resto de opciones, estaremos siendo materialistas… cuando no escuchemos las demandas de los demás seremos egoístas… Y en definitiva, cuando estemos en la cama con los ojos cerrados estaremos dormidos… y cuando dediquemos todo nuestro trabajo, esfuerzo e ilusión, entonces… entonces estaremos soñando.

Suerte en tu elección.